Herrera estudió Arquitectura en la Universidad de La Habana y Bellas Artes en la Art Students League de Nueva York. En 1948 llegó a París, donde vivió por cinco años y donde también se vio influenciada por el suprematismo de Kazimir Malevich y Piet Mondrian. Durante este periodo, y de la mano de su formación como arquitecta, sus piezas comenzaron a definirse por el uso de líneas rectas y colores vívidos, buscando simplificar al máximo lo pictórico. En 1954 se trasladó de manera definitiva a Nueva York, donde encontró dificultades para destacar en la escena artística. No fue sino hasta inicios de la década de 2000, cuando tenía 90 años de edad, que su trabajo fue reconocido. A partir de ese momento, su carrera despegó velozmente y llegó a ser considerada como una de las artistas cubanas más relevantes de su generación. Su trabajo se ha expuesto en Alemania, Canadá, Cuba, Estados Unidos, Italia y Reino Unido.
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